‘Experiencias sobre modelos de Participación y Gestión Cultural’ es el nombre del tercer bloque de debate que albergará este viernes la Jornada sobre Políticas Culturales y Participación Ciudadana. En este bloque se darán citas tres tipos de modelos culturales: el modelo público del Patronato de Cultura de Alcázar de San Juan, representado por Ángel Parreño, el modelo mixto del proyecto Amarika de Álava, representado por Natxo Rodríguez, y el modelo totalmente ciudadano impulsado por La Casa Invisible de Málaga, en cuya representación acudirá Santiago Fernández Patón.
La Casa Invisible es un centro social y cultural de gestión ciudadana “que pretende instaurar un modelo cultural ajeno al de la espectacularización, al de la ciudad-escaparate”, según Santiago Fernández. “Creemos en una cultura que surge de la misma ciudadanía lo que luego es devuelta, que se escapa por tanto de las burocracias paralizantes, de los nombres de prestigio únicamente mediático, o lo fastuosos museos de interiores fosilizados, pero que desecan las arcas municipales. Por eso nuestro modelo se basa en la autonomía y la gestión ciudadana, y por eso creemos que lo social y lo cultural deben ir de la mano”, asegura.
En cuanto al Proyecto Amarika, desde su primer momento, “surgió de un encargo de la Diputación Foral de Álava para gestionar tres espacios dedicados al arte contemporáneo y dependientes. El encargo se realizó a un grupo de personas de Vitoria-Gasteiz y de la provincia de Álava, en su mayoría artistas. A partir de ese momento, en mayo de 2008, en ese grupo inicial se creó, con el objetivo de articular una respuesta al encargo foral, un grupo de trabajo para redactar una propuesta que fue finalmente presentada a los responsables del departamento de cultura de la Diputación en octubre de 2008. De ahí surgió la Asamblea Amarika”.
En cuanto a la planificación cultural, ambos ponentes son bastante escépticos: “Hacer planificaciones sí que harán, pero si hablamos de criterios estrictamente culturales o directamente de políticas culturales la situación es bien distinta. En general, salvo excepciones, las instituciones no tienen políticas culturales serias. Más bien, planifican una serie de actuaciones en materia de cultura pero sin una reflexión sobre los criterios a seguir. Se limitan a rellenar la agenda y a gastar los presupuestos”, asegura Natxo Rodríguez. Santiago Fernández incide en la misma idea: “Realizan planificaciones, pero por ‘cultura’ suelen entender ‘eventos’”. Y es que parece que la inercia acaba apoderándose de las instituciones, y “lo peor de todo es que esas inercias no suelen ser las de la calle, la de las dinámicas naturales de cada sitio, sino las de la institución. Intentar incidir en esas inercias es un trabajo muy duro y me temo que es un problema de toda la administración”, asevera Natxo Rodríguez, quien cree que “más que planificar, es necesario debatir y reflexionar más, de manera abierta y sin límites. Provocar que la discusión sea participativa y desde la institución habilitar los mecanismos para que la participación sea real y vaya más allí de lo simbólico. Además ese debate y esa reflexión tienen que darse desde criterios culturales situados, se ha de tener en cuenta el contexto social, político, económico, etc., porque todo ello tiene que ver con la cultura en su dimensión más social”.
Desde La Casa Invisible no se llevan mal con las instituciones, aunque a veces ponen más trabas de las deseadas: “Entendemos a los políticos como titulares de determinadas instituciones a las que, como ciudadanos, tenemos el derecho de interpelar directamente. En el caso de la Casa Invisible, la propiedad legal del inmueble corresponde al Ayuntamiento de Málaga, así que desde el primer momento de la ocupación establecimos una mesa negociadora, en lo que creemos un proceso apasionante del que ambas partes nos podemos felicitar. Por otro lado, las estructuras de los partidos encorsetan los deseos sociales o los dirigen en función de tal o cual ideología -entendida ésta como un corpus cerrado-, por lo que nuestro modo de hacer política, que consideramos más enriquecedor, es el de la autonomía”.
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