‘La cultura como factor estratégico’ es el primer bloque de debate que albergará este viernes la Jornada sobre Políticas Culturales y Participación Ciudadana que tendrá lugar en la Facultad de Letras. En este bloque participarán Pau Rausell (profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Universitat de Valencia), Jordi Pascual (coordinador de la Comisión de cultura de la Organización Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos) y Raúl Abeledo (experto en Economía Aplicada), tres expertos que consideran la planificación como eje central de toda política cultural.
Para Jordi Pascual, planificar una estrategia es básico en el seno de una institución pública: “Hay instituciones que realizan una excelente planificación cultural, esto es, la elaboración de acuerdos a medio y largo plazo, entre actores públicos, privados y asociativos, para permitir que todos los ciudadanos ejerzan sus derechos culturales. La planificación es un requisito en muchos países -sobre todo en los países de tradición anglosajona- que otorgan un gran valor público a la transparencia y a la rendición de cuentas con la ciudadanía”. De todos modos, estamos hablando de un concepto cuyo uso aún es muy difuso, ya que, como asegura Pau Rausell, “la planificación es un concepto teórico que todo el mundo entiende como necesario para el funcionamiento de las organizaciones, pero que muy pocas aplican de manera eficaz”.
Rausell está convencido de que “la situación ideal tanto para asociaciones o colectivos como para instituciones públicas es encontrar un modelo de funcionamiento que tenga clara cual es la misión y visión de la institución u organización”. Sin embargo, también considera importante que existan “reorientaciones y alguna que otra improvisación. La reprogramación permanente, aunque suene paradójica, presenta algunas ventajas para aquellas organizaciones que trabajan con elevados grados de inercia”. Jordi Pascual, por su parte, lo tiene claro: “No se puede trabajar sin planificar. Todos lo hacemos, todos planificamos, todos tenemos una imagen sobre cómo nos gustaría que fueran nuestras sociedades en un futuro. En el ámbito de la cultura, cabe realizar una planificación holística: aquélla que se centra en los proyectos culturales y los hace más fuertes al intentar incidir (desde los valores intrínsecos de la cultura: la creatividad, la ritualidad, el conocimiento crítico, la diversidad…) en otros ámbitos de la sociedad”.
Como ayuda para elaborar este tipo de estrategias y planificaciones surgió la Agenda 21, “un documento ideológico capaz de recopilar algunos consensos básicos y elaborar un conjunto de recomendaciones muy sensatas y que tiene casi valor universal”, según Rausell. Para Jordi Pascual, “la Agenda 21 de la cultura ofrece una serie de recomendaciones para realizar unas políticas culturales con la participación de la sociedad civil, más abiertas y más holísticas; unas políticas culturales que respondan mejor a las inquietudes de la ciudadanía, que desea ejercer libremente sus derechos culturales, imprescindibles hoy para ser ciudadano”.
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